"Desafiando límites: Innovaciones y retos en el mundo del fútbol"
Hoy se tratará de escaleras, de paredes, de muros y de inclinaciones. Y seguirá siendo una columna dedicada al fútbol. Es posible que hasta se convierta en la más táctica de todas. No estoy seguro.
Hace ya algunos meses, quedé atrapada en un artículo maravilloso de Jamie Hamilton en Medium, en el que introducía un concepto que apenas había escuchado hasta entonces: el relacionismo. Lo presentaba como un nuevo paradigma en el fútbol, una especie de oposición al juego posicional tan extendido, que implicaba pasar de anclar a los futbolistas en determinadas zonas para mantener orden y racionalidad en el campo, a pretender una suerte de movilidad aleatoria alrededor del balón, sin sistema ni estructura aparente.
No es caos. Es juego. Esa es la principal obsesión que se desprende de todo lo que comparte Hamilton en redes sociales. Donde la mirada escolarizada, el ojo posicional ve acumulación desproporcionada de jugadores en un mismo sector y ya tiembla ante una eventual pérdida del balón por la falta de equilibrio, el periodista ve oportunidades. Poesía. Traza diagonales, monta escaleras e inventa jugadas que son pura imprevisibilidad y, por tanto, parecen la peor amenaza ante rivales que defienden en posicional.